Un informe elaborado por Scholastic revela que entre hijos y padres existe algo más que una brecha generacional, manifestada por lo general en una diversidad de gustos y tendencias, para dejar al descubierto que los llamados nativos digitales pueden adoptar con mayor flexibilidad nuevos entornos lectores.
El estudio, recogido por SM, se llevó a cabo en Estados Unidos con niños de entre seis y diecisiete años y sus padres hasta alcanzar un total de más de dos mil encuestados. Lo primero que destaca es que los padres consideran mayoritariamente que el contacto de sus hijos con los dispositivos electrónicos y digitales aleja a los niños de la lectura y la actividad física, con porcentajes superiores al 40%.
Las sospechas parentales tienen bastante asidero en la realidad, puesto que la propia encuesta confirma que a partir de los seis años aumenta el tiempo dedicado a los ordenadores y teléfonos móviles y disminuye el que se reserva a la lectura. No obstante, tras esta diferencia se esconde otra más significativa, esto es, a qué consideran lectura ambos colectivos. Para el 28% de los menores de entre nueve y diecisiete años, mirar anuncios y comentarios en las redes sociales es sinónimo de leer, mientras que solo el 15% de padres y madres está de acuerdo con esta definición.
Quizá por ello, el 71% tres de cada cuatro padres esperan que sus hijos lean más libros aunque solo sea por diversión. Una expresión de deseos que, en cierto modo, comparten los menores, puesto que el 75% considera que debería leer más.
En cuanto a la batalla de los dispositivos, los padres parecen tener claro que el televisor, las videoconsolas y los teléfonos móviles son los principales adversarios en su lucha por hacer de sus hijos niños lectores. Sin embargo, se aprecia una diferencia de sexos importante en cuanto a la “amenaza” que suponen estos dispositivos. Más del 40% de los padres y madres de niñas mencionan en primer lugar el televisor como el aparato que les gustaría que sus hijas dejaran de usar, mientras que los padres y madres de niños se dividen entre los videojuegos (después de los ocho años) y el televisor (cuando los niños tienen entre seis y ocho años).
En el apartado en que sí encontramos similitudes entre padres e hijos es en el de la elección de los títulos que leer. Alrededor del 90% de los niños reconocen que es mucho más probable que terminen un libro si este ha sido elegido por ellos, mientras que nueve de cada diez padres afirman que dejan a sus hijos elegir libremente las lecturas. Existen además otras estrategias para estimular la lectura, como el tener libros interesantes en la casa, limitar el tiempo de visionado de la televisión o realizar sugerencias sobre posibles lecturas.
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