El tándem tecnología y educación no se puede disociar. En un mundo cada vez más conectado e imbricado, las TIC no sólo son parte de la educación sino también una herramienta de gran ayuda para la formación. Por esta razón, POWERVOTE ha desarrollado un sistema de mandos de respuesta educativos que puede ser utilizado en el entorno educativo de los colegios e institutos.

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martes, 21 de diciembre de 2010

Adolescentes: vivir entre pantallas




Un reciente estudio del Ministerio de Educación argentino revela que los adolescentes de aquél país no conciben un mundo sin pantallas. Los resultados del citado estudio del programa Escuela y Medios del Ministerio de Educación de Argentina, que comparó el consumo de medios y tecnologías entre alumnos de catorce años en la capital de nación y en una zona rural, demuestra que los jóvenes están inmersos en una cultura audiovisual completamente integrada en sus vidas. Ninguno de los participantes en el estudio pasa un día sin usar los medios o internet; lo hacen en soledad como signo de autonomía y libertad.
Un dato que a estas alturas no extraña a este lado del charco y que podemos constatar echando un vistazo no solamente en el interior de las casas, sino también en las aulas de los centros de enseñanza y en sus patios a la hora del recreo. La pantalla, ya sea a través del móvil, la play, el ordenador o la televisión, están omnipresentes donde quiera que uno mire.
El presente de los alumnos es digital. Simplemente hay que echar un vistazo al estudio publicado el pasado año sobre La Generación Interactiva en España: niños y adolescentes ante las pantallas para darnos cuenta que las diferencias entre los jóvenes, al margen de donde vivan, son cada vez menores. En España, según el estudio, el 95% de los niños (entre 6 y 9 años) y el 97% de los adolescentes (de 10 a 18 años) disponen de ordenador. Aunque el lugar más habitual de navegación es el hogar, el colegio adquiere cada vez más importancia. De hecho, el 50% de los adolescentes afirma afirma que los profesores utilizan Internet para explicar sus materias, al tiempo que el uso de estos recursos en la escuela impulsa un uso más intensivo en otros ámbitos, con mayor acceso a contenidos educativos y culturales. Así, el 90% utiliza la Red para estudiar o realizar tareas escolares.
Pero no hay dejarse cegar por el resplandor. Ya que pese a las bondades que plantean las nuevas tecnologías, y en especial el uso de los ordenadores, hay quienes alertan de los riesgos que pueden entrañar. En los últimos años, varios estudios han dado la voz de alarma de los peligros que para determinados alumnos puede supone ver el mundo únicamente a través de una pantalla. Estudios que indican que la mejor vía para compensar las desventajas de los alumnos de extracción social baja no pasa a través de la informática sino de la letra impresa; o al menos por una combinación adecuada. En 2008, el Ministerio de Educación rumano se ofreció a subvencionar con cheques de 200 euros la compra de ordenadores para alumnos de familias de renta baja matriculados en escuelas públicas. Una muestra de los 35.000 que recibieron la ayuda formaron parte del grupo experimental del estudio llevado a cabo por los profesores de Economía de Estados Unidos, Ofer Malamud (Universidad de Chicago) y Cristian Pop-Eleches (Universidad de Columbia). Los que optaron a la beca pero no la consiguieron, porque no había cheques para todos, sirvieron de grupo de control.
Los alumnos que obtuvieron un ordenador sacaron después notas más bajas en matemáticas, inglés y lengua, aunque mejoraron en informática. En cambio, los del grupo de control no ganaron pericia en esta materia pero tampoco empeoraron en las otras.
La razón del efecto contraproducente del ordenador se deduce de la encuesta. En muy pocos casos los padres o los mismos hijos instalaron programas educativos en las nuevas máquinas, y muy pocos chicos las usaron para aprender o para hacer trabajos escolares. Las utilizaron, sobre todo, para jugar. De hecho, la llegada del ordenador se tradujo en que ellos dedicaron menos tiempo a estudiar, a leer y a ver televisión. De lo que se deduce, evidentemente, que las TIC no son ni malas ni buenas, sino que depende del uso que se les dé.
Los investigadores observaron también que las restricciones paternas al uso del ordenador parecen mitigar los efectos malos, aunque sin reforzar los buenos (mayor habilidad informática). De esto infieren que es más provechoso estimular el estudio que poner coto a la computadora; pero no lo afirman con seguridad porque los datos al respecto no tienen suficiente valor estadístico.

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